Es muy importante contarles cuentos a nuestr@s hij@s, a parte de pasar un rato extraordinario con ellos, le ayudamos a favorecer su desarrollo y a mejorar su competencia lingüística.
CONSEJOS INTERESANTES:
- Tener claro lo que le vamos a contar.
- Leer y profundizar en la historia, identificarnos con ella, como si formásemos parte de la misma, así conseguiremos imágenes y sensaciones únicas, disfrutaremos contándolo y seremos capaces conectar el niño y el cuento.
- El cuento debe contarse esforzándonos mentalmente, y poniendo todas nuestras posibilidades físicas y psicológicas en conseguir la atención total de nuestr@s niñ@s. Las inflexiones de la voz, el movimiento de las manos y del cuerpo, así como los recursos expresivos de la cara, la sonrisa y los ojos, pueden ser determinantes para conseguir lo que queremos.
- El lenguaje debe ser sencillo. La voz se modulará para resaltar y diferenciar algunas frases y los personajes principales.
- Si el cuento es de humor conviene advertirlo previamente para predisponer el ánimo de los más pequeños.
- Hay que empezar de forma clásica: "érase una vez...", que actúa como fórmula mágica que abre la puerta a la fantasía. A partir de aquí el niño admitirá todos los sucesos, por muy inverosímiles que resulten.
- Conviene que los personajes del relato tengan un nombre y una característica peculiar que ayude a recrear la imagen de cada uno en la mente del niño. El nombre y la característica deberán repetirse siempre y en el mismo orden, cada vez que se hable del personaje. En las edades más cortas son muy eficaces las frases reiteradas una y otra vez cuando se produce un mismo hecho. Si los niños tienen más de siete años no es necesario exagerar las cualidades de los personajes ni mantener con tanto cuidado estas orientaciones.
- Los cuentos para los niños de dos o tres años deben tratar sobre cosas cercanas a ellos: sus padres, sus juguetes o sus vivencias cotidianas.
- Les gustan los que contienen repeticiones encadenadas de las mismas frases o escenas que se suceden a sí mismas con pequeñas variantes. Algunos ejemplos de estas características son los cuentos titulados La boda de mi tío Perico y La ratita presumida.
Puede incluirse al niño como héroe de la historia para asegurarnos su atención y su identificación con el cuento. - Los cuentos tradicionales tratan temas relacionados con la naturaleza por ser el medio en que se desenvolvía la vida de nuestros antepasados.
- Otro rasgo de interés en esta edad son las onomatopeyas y las palabras y sonidos inventados para conseguir efectos singulares.
- A los cuatro o cinco años los niños tienen interés por lo maravilloso y lo mágico. Los cuentos preferidos son los de hadas, genios y princesas encantadas.
- Los seis y siete años es la edad adecuada para los cuentos de los hermanos Grimm, perrault y Las Mil y una Noches. Los cuentos que encierran un valor moral donde puede encontrar experiencias de la vida con personajes que simbolizan la astucia, la responsabilidad o la valentía.
- Al final del cuento no debe explicarse el sentido práctico de los personajes ni la interpretación que debe hacerse de sus enseñanzas. Es preferible que sea el niño quien lo dijera y lo acomode a su evolución psicológica personal.
En El pescador y su mujer verá el fracaso de la ambición desmedida, y en El príncipe feliz, la falsedad de los valores terrenales y la necesidad de compartir lo que se tiene. - De siete a nueve años los niños se sienten atraídos por los cuentos de fondo poético y por las biografías de personajes célebres y el relato de hechos heroicos. Cuentos adecuados para esta etapa pueden ser La Sirenita o El Ruiseñor, o narraciones sobre la cultura de los Incas o la del caballo de Troya, por ejemplo.
En resumen, el secreto para asegurarnos el éxito como contadores de cuentos está en introducirnos en la historia que contamos como si la hubiésemos vivido nosotros mismos, y en poner los cinco sentidos en que los demás se la crean y disfruten escuchándola como si se tratase de algo que en verdad hubiese sucedido. Sólo con ésto conseguiremos atraer la atención de los niños, y ganar su voluntad hasta hacerles vibrar de emoción con lo que contamos.
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